Las
ganas de gritar eran aún mayores que el hambre que sentía. No entiendo cual es
el terror que siento cuando tengo que hablar, es como si mi voz saliera con
toda su fuerza de mi interior y se apagara en la garganta. No soy capaz de
recordar la última vez que reí, grité o hablé. Lo cierto es que siempre mantuve
mi imagen de distante y no es que fuera hablador pero echaba de menos una
conversación. La decisión estaba clara, rompería la norma.
"Hola!!!!!" grité. Silencio.
Un silencio tan profundo y solitario que un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
¿Y si nadie me contestaba? o lo que era peor aún, ¿Me habrían oído ellos?. Me
dolían las piernas de huir y aquel silencio fue como un tortazo a mis
ilusiones. Rompí todas y cada una de las normas que me impuse. No podía
quedarme allí por mucho tiempo además al final de la calle se podía ver un
pequeño mercado y mi estomago reclamaba lo prometido. Justo en el momento en el
que mis pies decidieron que ese era el lugar al que querían ir llego la
respuesta.
-Psss,
hey tú
Mi
cuerpo se congelo, no era capaz ni de moverme ni de pensar y mucho menos de
hablar. Distinguir si me estaba desquiciando o era real, se me antojaba una
autentica batalla mental. Luchando contra mi instinto de supervivencia me giré,
y allí plantada entre las sombras de aquella ferretería podía distinguir una
sombra.
- Sí
tú, no me mires como si estuvieses viendo un fantasma. Soy real y esa bolsa que
te llevas es mía. Dámela inmediatamente o no tendré más remedio que matarte.
Pasé
de un estado de atontamiento a un estado de irá en decimas de segundo, quien se
creía esa estúpida sombra para amenazarme. Y esa parte mía que tenia olvidada
afloró.
-No,
no pienso darte nada y mucho menos algo que casi consigue que me mate.
No
podía ver su cara pero notaba que no se esperaba mi respuesta, seguro que se
estaba marcando un farol y mi agresividad le hacía replantearse la situación.
Salió de entre las sombras y fue en una decima de segundo que perdí toda mi
fuerza para quedarme en un estado de shock. "Una
persona viva", la observé en la distancia sin mediar palabra ya que
nuestras miradas lo decían todo. Era una chica joven, no muy alta y menuda.
Podía observar su delgadez desde mi posición, su pelo color avellana enmarcaba
su dulce rostro. Parecía un ángel. La suciedad no la hacía justicia, pero hace
cuanto no nos duchábamos. Sus ojos era lo más bonito que veía en mucho tiempo,
como si estuviera observando un paisaje lleno de vida, de ilusión pero también
de tristeza y desolación. Me eclipsaban hasta el punto en el cual no podía
despegar la vista de ellos. No sabría decir que es lo que más me gusto, si su físico
imponente o lo que me hacía sentir. Su aura desprendía una comodidad increíble
que no sentía desde hacía mucho tiempo, me sentí completamente a salvo.
-¿Qué
tal si vamos a por comida y me convences de por qué debo devolverte la bolsa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario