jueves, 26 de marzo de 2015

Ale - Rompiendo las normas



Las ganas de gritar eran aún mayores que el hambre que sentía. No entiendo cual es el terror que siento cuando tengo que hablar, es como si mi voz saliera con toda su fuerza de mi interior y se apagara en la garganta. No soy capaz de recordar la última vez que reí, grité o hablé. Lo cierto es que siempre mantuve mi imagen de distante y no es que fuera hablador pero echaba de menos una conversación. La decisión estaba clara, rompería la norma.

"Hola!!!!!" grité. Silencio. Un silencio tan profundo y solitario que un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. ¿Y si nadie me contestaba? o lo que era peor aún, ¿Me habrían oído ellos?. Me dolían las piernas de huir y aquel silencio fue como un tortazo a mis ilusiones. Rompí todas y cada una de las normas que me impuse. No podía quedarme allí por mucho tiempo además al final de la calle se podía ver un pequeño mercado y mi estomago reclamaba lo prometido. Justo en el momento en el que mis pies decidieron que ese era el lugar al que querían ir llego la respuesta.

-Psss, hey tú

Mi cuerpo se congelo, no era capaz ni de moverme ni de pensar y mucho menos de hablar. Distinguir si me estaba desquiciando o era real, se me antojaba una autentica batalla mental. Luchando contra mi instinto de supervivencia me giré, y allí plantada entre las sombras de aquella ferretería podía distinguir una sombra.

- Sí tú, no me mires como si estuvieses viendo un fantasma. Soy real y esa bolsa que te llevas es mía. Dámela inmediatamente o no tendré más remedio que matarte.

Pasé de un estado de atontamiento a un estado de irá en decimas de segundo, quien se creía esa estúpida sombra para amenazarme. Y esa parte mía que tenia olvidada afloró.

-No, no pienso darte nada y mucho menos algo que casi consigue que me mate.

No podía ver su cara pero notaba que no se esperaba mi respuesta, seguro que se estaba marcando un farol y mi agresividad le hacía replantearse la situación. Salió de entre las sombras y fue en una decima de segundo que perdí toda mi fuerza para quedarme en un estado de shock. "Una persona viva", la observé en la distancia sin mediar palabra ya que nuestras miradas lo decían todo. Era una chica joven, no muy alta y menuda. Podía observar su delgadez desde mi posición, su pelo color avellana enmarcaba su dulce rostro. Parecía un ángel. La suciedad no la hacía justicia, pero hace cuanto no nos duchábamos. Sus ojos era lo más bonito que veía en mucho tiempo, como si estuviera observando un paisaje lleno de vida, de ilusión pero también de tristeza y desolación. Me eclipsaban hasta el punto en el cual no podía despegar la vista de ellos. No sabría decir que es lo que más me gusto, si su físico imponente o lo que me hacía sentir. Su aura desprendía una comodidad increíble que no sentía desde hacía mucho tiempo, me sentí completamente a salvo.

-¿Qué tal si vamos a por comida y me convences de por qué debo devolverte la bolsa?

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