martes, 14 de abril de 2015

Ale - El supermercado



Fuimos andando sin mediar palabra, nunca el silencio se me antojó tan extraño. No podía apartar la mirada de su dulce rostro, en realidad una parte de mí creía reconocerla pero donde la había visto era toda una incógnita.

-¿Tienes nombre?- intenté romper aquel silencio que durante tanto tiempo me había acompañado y no quería que me acosase más.
-Por supuesto, todos lo tenemos...-de nuevo el silencio- ...bueno a no ser que seas una de esas cosas.
-Esas cosas siguen teniendo nombres, solo que ya no nos los pueden decir. Soy Ale
-No somos amigos. Solo quiero mi maldita bolsa.
-Siento haberla abierto pero para qué quieres tantos medicamentos. ¿Hay alguien más?-aún no me acostumbraba a que podía hablar en voz alta sin parecer un loco.
-De verdad, ¿tengo que contarte mí vida para que me des la bolsa?
-No, simplemente quiero saber si puedo ayudar. Estamos prácticamente solos todo el tiempo y lo hemos pasado mal, a veces te apetece tener compañía. Ya sabes una conversación de ascensor.

Su mirada de desconcierto me fulminó, acaso estaba dando por sentado ciertas señales. Al llegar a la puerta me paré en seco, la última vez que entré sin comprobarlo casi no lo cuento.

-¿Qué te pasa has visto un fantasma?
Menudas formas se gasta esta chica.
-Shhh, no hagas ruido no sabemos que puede haber dentro.

Siempre que abría una puerta era la misma sensación, el corazón desbocado, sudoración en las manos, dificultad para respirar y la triste esperanza que al ver en su interior estuviera él. Me había obligado a dejar de pensar en ello, cuánto tiempo había pasado realmente. Meses, años... aunque llevara un calendario en la agenda, hacía tiempo que había perdido la noción del tiempo. Y al mirar dentro la misma decepción, la tristeza de una ausencia que no sabré si seré capaz de superar.

-No hagas ruido, ten cuidado por donde pisas y que puertas abres. -susurre con un tono de melancolía palpable

Nos adentramos en la penumbra, escuchaba sus pasos en mi espalda y notaba su respiración en la nuca, puede parecer extraño pero por una vez eso me calmaba. Las baldas estaban arrasadas, los primeros meses los saqueos eran parte del día a día de las personas que aún lo eran. Lo normal es que los almacenes aún tuvieran alimentos, ya que con poco tiempo y puertas cerradas...la  gente suele ser impaciente, o quedase alguna lata por las estanterías.
Podemos llamarle suerte o simplemente que era un supermercado de barrio a las afueras pero encontramos algunos suministros. Algunos botes de melocotón, piña y pera en almíbar, sopas de tomate y una especie de carne enlatada.

-Deberíamos revisar el almacén , tal vez encontremos suministros suficientes para una temporada. Con lo que hay aquí nos llega justo para una semana teniendo en cuenta que solo comamos los dos.

Justo en ese momento se escucho un gran estrepito procedente de la calle, en la única salida conocida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario